Coliseo de Roma

Ninguna visita a Roma está completa sin haber visto el Coliseo Romano, el magnífico y gigante anfiteatro diseñado como arena para peleas de animales y peleas de gladiadores y con asientos para 55.000 espectadores. Ante los espectáculos que allí tenían lugar, se sentaban cerca de la arena  el Emperador y los senadores, y a medida que se ascendía se situaban los estratos inferiores de la sociedad.

El Coliseo de Roma es un gran anfiteatro de la época del Imperio romano, construido en el siglo I en el centro de la ciudad de Roma.

Originalmente era denominado Anfiteatro Flavio en honor a la Dinastía Flavia de emperadores que lo construyó, y pasó a ser llamado Colosseum por una gran estatua ubicada junto a él, el Coloso de Nerón, no conservada actualmente.


Por sus características arquitectónicas, estado de conservación e historia, el Coliseo es uno de los monumentos más famosos de la antigüedad clásica, y el 7 de julio de 2007, fue reconocida como una de las nuevas siete maravillas del mundo.

El Coliseo se encuentra justo al este del Foro Romano y muy cerca del Arco de Constantino, un monumento de 25 metros de altura construido en el año 315 D.C. que también vale la pena observar.

Arco de Constantino

El Anfiteatro Flavio es un enorme edificio ovalado de 189 metros de largo por 156 de ancho, y de 48 metros de altura, con un perímetro de la elíptica de 524 metros. Se suele decir que este edificio ha sido un modelo para los recintos deportivos modernos, ya que tiene un diseño ingenioso y soluciones eficaces a problemas actuales.


El terreno de juego propiamente dicho era un óvalo de 75 por 44 metros, y en realidad era una plataforma construida en madera y cubierta de arena. Todo el subsuelo era un complejo de túneles y mazmorras (el hipogeo) en el que se alojaba a los gladiadores, a los condenados y a los animales. El suelo disponía de varias trampillas y montacargas que comunicaban con el sótano y que podían ser usadas durante el espectáculo.







Sótanos del Coliseo

El plano de la arena tenía un completo sistema de drenaje, conectado a cuatro imponentes cloacas. Se ha sugerido que obedecen a la necesidad de evacuar el agua tras los espectáculos navales. Sin embargo parece ser que ya Domiciano, abandonando la idea de la naumaquia, pavimentó las cloacas y colocó en la arena los montacargas para los combates de gladiadores. La cubierta de madera ya no se conserva, con lo que todo el laberinto subterráneo permanece hoy al aire libre.

En esta magnífica edificación se llevaron a cabo todo tipo de espectáculos a través del tiempo, tales como batallas navales (mediante excelentes trabajos de ingeniería se inundaba la arena), recreación de batallas famosas, dramas basados en la clásica mitología romana, además de los ya conocidos juegos de gladiadores.

El Coliseo se usó durante casi 500 años, celebrándose los últimos juegos de la historia en el siglo VI, bastante más tarde de la tradicional fecha de la caída del Imperio romano de Occidente en el 476 d. C. 

El edificio dejó de ser usado para estos propósitos en la Alta Edad Media. Más tarde, fue reutilizado como refugio, fábrica, sede de una orden religiosa, fortaleza y cantera.

De sus ruinas se extrajo abundante material para la construcción de otros edificios, hasta que fue convertido en santuario cristiano, en honor a los prisioneros martirizados durante los primeros años del Cristianismo. Esta medida contribuyó a detener su expolio y a procurar su conservación.

El gran terremoto de 1349 dañó severamente la estructura del Coliseo, haciendo que el lado externo sur se derrumbase. Muchas de esas piedras desprendidas fueron reutilizadas para construir palacios, iglesias (incluido el Vaticano), hospitales y otros edificios en toda Roma.

Una orden religiosa se asentó en el tercio norte del Coliseo y siguió habitándolo hasta principios del siglo XIX. Las piedra del interior del anfiteatro fue picada en exceso, para reutilizarla en otra parte o (en caso de la fachada de mármol) quemarla para obtener cal viva. Las abrazaderas de bronce que sostenían la mampostería fueron arrancadas de las paredes, dejando numerosas marcas. Aún hoy pueden observarse dichas cicatrices en el edificio.


A pesar de que ahora se encuentra en ruinas, debido al daño causado por terremotos y ladrones de piedra, el Coliseo ha sido visto desde siempre como un icono de la Roma Imperial y hoy es una de las principales atracciones turísticas de la ciudad.


Fuente: Wikipedia

1 comentario :

Anónimo dijo...

visitar el Coliseo Roma es casi una oblicagion para los que van de turismo a esta hermosa ciudad. He estado alli hace unos meses y me ha encantado el lugar!